Algunos actúan como simples bufones al servicio del poder político

La sencilla pregunta que debería acabar poniendo en apuros a muchos periodistas

Muchos siguen hablando hoy del periodismo como el "cuarto poder", es decir, como una profesión dedicada a fiscalizar a los poderosos.

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Ciertamente, sigue habiendo buenos periodistas, pero lamentablemente esa profesión está sufriendo una cada vez mayor dependencia del poder político, que es el la forma de poder más peligrosa que hay en una democracia, porque es la que tiene una mayor capacidad de coacción sobre todos los ciudadanos. El reto de enfrentarse a ese poder es el que realmente pone a prueba al periodismo.

Frente a ese poder, hay periodistas que cumplen con su deber y son críticos y molestos, investigando, publicando y denunciando aquello que los gobernantes hacen mal. Por el contrario, hay periodistas que ejercen como simples bufones de ese poder, apoyando cualquier cosa que haga, incluso las más abusivas, y centrando su labor en atacar a aquellos que discrepan del gobierno, incluyendo a otros periodistas.

Todos los gobiernos acaban cayendo. Cada vez que llega el momento de la caída, todos los periodistas deberían afrontar una sencilla pregunta que debería acabar poniendo en apuros a muchos de ellos. Es la siguiente:

¿Cuántas veces has publicado cosas realmente incómodas para quienes gobiernan donde tú ejerces como periodista?

Da igual si hablamos de periodistas que abordan la actualidad nacional, regional o local. Siempre hay un poder político ante el cual el periodista debe elegir entre cumplir su deber de fiscalizar la acción de los gobernantes y ser incómodo, o portarse como un mero lacayo al servicio de esos gobernantes. Esa pregunta debería hacer que muchos periodistas sintiesen vergüenza... si la tuviesen. Porque para hacer lo que están haciendo algunos hay que tener poca o ninguna vergüenza.

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Foto: @felipepelaquim.

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Comentarios:

  1. AlbertoAG

    El periodismo ha pasado de ser un contrapoder frente al Estado a ser en su mayor parte una extensión del poder estatal. Por estas cosas uno debe ser enemigo del Estado moderno, el cual siempre sigue en su afán por controlar todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas.

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