Contra las falsas dicotomías: el comunismo y el nacional-socialismo son la misma escoria

Hoy, 1 de septiembre, es el aniversario del comienzo de la invasión alemana de Polonia en 1939. Una invasión con una alianza previa.

Les unió el odio a la democracia: un revelador telegrama sobre el pacto nazisoviético de 1939
'Sobre la cuestión judía': el ensayo antisemita de Karl Marx que podría firmar cualquier nazi

Esa alianza se plasmó en el pacto germanosoviético del 23 de agosto de 1936, por el que la Alemania nazi y la Unión Soviética se convirtieron en aliados, una alianza que duró hasta la invasión alemana de la URSS en junio de 1941. En los 20 años que llevo escribiendo este blog he insistido muchas veces en un hecho: el comunismo y el nacional-socialismo son movimientos totalitarios y criminales, enemigos de la libertad y de la democracia, radicalmente anticristianos y, por tanto, opuestos a la cultura occidental, cuyas raíces son judeocristianas.

Llevada por la ignorancia histórica o por la propaganda, mucha gente piensas que si rechazas al comunismo eres un nazi y que si rechazas al nazismo eres amigo de los comunistas, como si hubiese alguna incompatibilidad en rechazar de forma clara y rotunda a esos dos movimientos totalitarios. La realidad es que ambos movimientos son franquicias del socialismo: el comunismo es un socialismo internacionalista y el nacional-socialismo, como su nombre indica, es un socialismo nacionalista. Ambos comparten su estatismo, su rechazo a la democracia liberal y al libre mercado.

Por otra parte, ambos movimientos profesan el odio a una parte de la sociedad como bandera política, dentro de la más pura tradición del socialismo. El comunismo profesa un odio de clase y el nacional-socialismo promueve un odio de raza. En ambos casos se trata de un odio nacido de la envidia. Una envidia que tiene elementos comunes. Recordemos que Karl Marx escribió un panfleto contra los judíos en 1844, un panfleto que podría firmar cualquier nazi.

Tanto el comunismo como el nacional-socialismo pretenden solucionar todos los problemas de la sociedad criminalizando a millones de personas simplemente porque se les atribuye una mejor situación económica que a las demás. Es por eso que los nazis siempre han representado a los judíos como personas ávidas de riquezas.

Además, ambos movimientos justifican la violencia con fines políticos y han cometido innumerables crímenes. Es por eso que ambos movimientos totalitarios merecen ser tachados por igual como criminales. Algunos afirman que el comunismo es peor que el nazismo porque mató a más gente, pero debemos recordar que el comunismo dominó más países durante más tiempo, entre ellos la parte continental del país más poblado del mundo: China. Si el nazismo hubiese tenido un dominio así, el resultado habría sido muy similar en cifras, a la vista de las atrocidades cometidas por los nazis en los países invadidos por Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

Por ello, debemos rechazar las falsas dicotomías: lo coherente es rechazar por igual el comunismo y el nacional-socialismo, especialmente cuando hablamos de personas que se consideran cristianas, amantes de la libertad y de la democracia y defensoras de los derechos humanos. Hoy en día el rechazo del nazismo está muy generalizado, afortundamente (y sobre todo por la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial), pero el rechazo del comunismo sigue siendo una asignatura pendiente, sobre todo entre la izquierda política.

Hace tres años vimos en España a un partido que se dice socialdemócrata, el PSOE, negándose a condenar los crímenes de genocidio cometidos por el comunismo y llamando "luchadores por la libertad" a los comunistas. Cosas así deberían ser rechazadas con la misma repulsión que provoca el negacionismo del Holocausto, pues estamos hablando de un movimiento totalitario, el comunismo, que ha matado a más de 100 millones de personas.