Prohibir los cortauñas antes que cambiar los dogmas ideológicos de la izquierda

Elentir EN Dom 25·8·2024 · 6:56 3

Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, el mundo está viviendo una situación puramente kafkiana.

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Hemos llegado al extremo, por ejemplo, de no poder subir a un avión si llevas un cortauñas en el bolsillo, además de soportar exhaustivos controles antes de embarcar que se imponen a todo el mundo, a fin de no estigmatizar a ciertos grupos de riesgo en aras de la diversidad. Aunque los secuestros de aviones se han resuelto, el problema se ha trasladado a otro ámbito: nuestras calles.

En España, el único país europeo que tienen fronteras exteriores con África (en las ciudades de Ceuta y Melilla) y que viene soportando una gran ola de inmigración ilegal procedente de ese continente, las agresiones con arma blanca se dispararon un 35% entre 2018 y 2022. En las zonas de España que soportan más inmigración el problema es realmente grave: en 2022, Madrid sufrió 10 de ataques con arma blanca a la semana.

Por otra parte, en Alemania hubo 13.844 delitos con lesiones con arma blanca en 2023, 1.489 casos más que el año anterior. En junio, el jefe de la Policía de Berlín reconoció que la mayoría de los autores de actos de violencia, incluyendo los ataques con cuchillos, son inmigrantes. Para que nos hagamos una idea, Berlín tiene 3,6 millones de habitantes y un millón de residentes extranjeros, así que la proporción de autores de delitos violentos es mayor entre los extranjeros que entre los alemanes. Por mucho que algunos intenten criminalizar la mera afirmación de hechos objetivos, esto no es xenofobia, es estadística.

El problema es muy grave pero las autoridades están echando mano de absurdas ocurrencias para afrontarlo. Hace unas semanas, un sindicato policial alemán propuso cambiar cuchillos por suscripciones de Netflix, en un intento de retirar esas armas blancas de las calles lo más rápidamente posible. "La navaja más popular cuesta 17 euros, mientras que la suscripción anual a Netflix cuesta 170 euros, por lo que el cambio merece la pena para quien esté dispuesto a deshacerse de su navaja", comentaba Zoltán Kottász, pero obviamente esa diferencia de precio lo que provocaría es incentivar la compra de cuchillos para obtener una cuenta de Netflix al 10% de su precio.

Esta semana se ha sabido que Alemania pretende ahora endurecer su prohibición de los cuchillos. Hasta ahora está prohibido llevar en público armas blancas con un filo de 12 o más centímetros. Si se aprueba una nueva ley, llevar un cuchillo de 6 o más centímetros ya sería ilegal. Parece poco probable que una medida así pueda servir para resolver ese grave problema. De hecho, muchos ataques se hacen con cuchillos de gran tamaño e incluso machetes, por lo que los agresores parecen poco preocupados por el hecho de que sea ilegal llevarlos en público.

Todo parece indicar que las autoridades alemanas (el país está gobernado actualmente por los socialdemócratas, pero con los centristas de ls CDU la cosa era más o menos igual), al igual que las de otros países europeos, están dispuestas a hacer cualquier cambio que no implique modificar sus dogmas en materia de inmigración.

Acabarán prohibiendo el mero hecho de llevar un cortauñas encima antes que dar su brazo a torcer en lo relativo a esos dogmas, que sostienen la idea más que cuestionable de que la inmigración masiva es necesaria y que por eso hay que hacer la vista gorda con la inmigración ilegal, que es exactamente la misma idea que parece sostener el gobierno socialista de Pedro Sánchez en España.

Al final, los ciudadanos europeos no sólo tenemos que sufrir un creciente problema de inseguridad, alimentado por esa ola cada vez mayor de inmigración ilegal y masiva, sino que además se nos imponen cada vez más restricciones que no resuelven nada, y que sólo sirven para que el problema siga creciendo sin cesar. Entre esas restricciones está, por cierto, considerar el debate sobre los efectos de la inmigración masiva como un tabú, como si debiésemos sacrificar nuestra libertad de expresión para que los causantes de este problema no se enfaden por el mero hecho de recordarles su responsabilidad sobre ello.

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Foto: Christoph Reichwein. Despliegue de la Policía en Solingen, Alemania, horas después del asesinato de tres personas por un inmigrante sirio el viernes 23 de agosto de 2024.