¿Cómo sería el debate político si el tabú fuese el fuego en vez de la inmigración?

La inmigración ilegal y masiva viene siendo objeto de un creciente debate público debido a sus consecuencias para la sociedad.

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Esas consecuencias existen, les guste o no a los que defienden la inmigración ilegal y masiva, y si nada cambia los efectos negativos de ese fenómeno seguirán existiendo con independencia de que algunos no admitan siquiera un debate sobre ello, una actitud autoritaria que es cada vez más habitual entre la izquierda y la extrema izquierda.

Imaginemos por un momento qué pasaría si la parte izquierda del mapa político defenfiense los incendios ilegales y descontrolados (alguien lo considerará un ejemplo exagerado, pero hablamos de una izquierda que defiende algo tan atroz como el aborto, que es mucho peor), hasta tal punto no sólo de justificarlos, sino también de considerar censurable que se hable de ello. A lo mejor, cuando hubiese un incendio forestal, veríamos titulares diciendo que ha habido una desgracia en un bosque, pero sin indicar la causa, como si el fuego fuese innombrable y como si cuestionarlo te convirtiese en un extremista.

Por supuesto, también escucharíamos voces hablando de "fuegofobia" y diciendo que los críticos con los incendios descontrolados están contra toda clase de fuego, incluyendo las hogueras de San Juan, los fogones de las cocinas y los hornos de las panaderías.

Si algún desastre acabase con vidas humanas, tal vez veríamos a políticos de izquierda evitando mostrar su pesar por los fallecidos hasta confirmar que la causa no fue el fuego (sé que el ejemplo puede parecer algo absurdo, pero eso es precisamente lo que ocurrió hace unos días cuando tras el asesinato de un niño, el socialista Pedro Sánchez no dijo nada hasta conocer la nacionalidad del asesino).

En el caso de que los incendios se acabasen convirtiendo en algo cotidiano en los barrios más humildes, veríamos a políticos, medios e intelectuales de los barrios acomodados intentando silenciar un problema que no les afectaría a ellos, que es precisamente lo que ya está ocurriendo con los problemas de inseguridad que genera la inmigración ilegal en muchos lugares de Europa).

Igual que ocurre con el problema de la inmigración ilegal, el problema de los incendios no se desaparece evitando hablar de ellos, y mucho menos intentando convencernos de que son necesarios para la sociedad. Lo que algunos no quieren entender es que un problema del que no se quiere hablar acaba por enquistarse y acaba provocando un conflicto que ahora mismo se les está yendo de las manos a muchos políticos, medios de comunicación e intelectuales.

Quienes se ven afectados por ese problema no son sólo un puñado de peligrosos ultraderechistas: personas de todas las ideologías sufren esa inseguridad, y tacharlas de "xenófobas" y "racistas" ya no sirve para nada, salvo para enfadar a los afectados y que toda esa gente se dé cuenta de que algunos pretenden ocultar ese problema con una herramienta tan antidemocrática como es la censura.

De hecho, los principales responsables del auge de nuevas opciones políticas críticas con la inmigración ilegal son los políticos que niegan ese problema, ya que están ampujando a mucha gente a replantearse su voto al ver como sus representantes les dan la espalda ante un problema que pone en riesgo a sus familias de forma diaria. La izquierda es la que más está empujando a muchos de sus votantes a los brazos de partidos patriotas que rechazan la inmigración ilegal, porque más allá de la izquierda pija y que vive en barrios acomodados, muchos votantes de izquierdas viven en barrios obreros que se están viendo gravemente degradados por los efectos de la inmigración ilegal. Que la izquierda política y mediática se niegue siquiera a admitir que se hable de ello da una idea del escaso respeto que tiene por sus seguidores.

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Foto: Elentir.