Marruecos tiene un serio problema y debe quedarse en el país que lo ha provocado

No soy una persona aficionada al deporte, pero hay cosas en la práctica deportiva que me gustan mucho, empezando por la deportividad.

Pedro Sánchez, Marruecos y el islamismo: una relación que pone en peligro a España y a la UE
Pedro Sánchez sabía que España compraba petróleo ruso a Marruecos y guardó silencio

Estos días estoy viendo algunas de las pruebas de los Juegos Olímpicos de París por curiosidad y también porque me reconforta ver la forma en la que deportistas de distintos países se tratan con honor y cordialidad, sobre todo en momentos como la derrota o una lesión. Ayer vimos un bonito ejemplo de esto: tras ganar una medalla de plata en bádminton, la deportista china He Bing Jiao hizo un pequeño homenaje a la española Carolina Martín, su rival el día anterior, mostrando una pequeña bandera española en honor a la lesionada.

Sin ser deportista, esto es lo que más admiro del deporte: su capacidad para hermanar a personas de naciones y culturas muy diferentes bajo el mismo sentido del respeto y de la sana rivalidad. Y es por eso que ciertos deportes, como por ejemplo el fútbol, no me gustan especialmente, ya que en ellos la rivalidad se suele sacar de quicio.

Ayer vimos varios lamentables ejemplos de absoluta falta de educación y de "espíritu olímpico" en el partido de fútbol que enfrentó a España con Marruecos en París. El primero de esos ejemplos fueron los pitidos de miles de aficionados marroquíes al Himno de España, que podemos escuchar en este vídeo:

CASI 50.000 AFICIONADOS MARROQUÍES CONTRA EL HIMNO ESPAÑOL: LA ATRONADORA PITADA EN EL VÉLODROME pic.twitter.com/ihHuwV9P3Y

— Patricia Rodríguez (@patriciardguezc) August 5, 2024

Los aficionados marroquíes no pueden alegar que esos pitidos se deban a una tradicional rivalidad entre ambas naciones vecinas: hace unos días, los aficionados marroquíes hicieron lo mismo con el Himno de Argentina, un país con el que Marruecos no ha tenido ningún problema (que a mí me conste). Sinceramente, a mí me da daría vergüenza escuchar a miles de españoles haciendo esto con el himno de otro país, incluso con aquellos con los que nos ha separado una histórica enemistad. En estos momentos es donde se demuestra la educación de un pueblo, y ayer la de Marruecos quedó a la altura del barro.

Por si no bastaba con el mal comportamiento de sus aficionados, ayer los jugadores de la selección marroquí festejaron su primer gol con burlas al portero español. Esa falta de educación es lamentable en las gradas, pero es intolerable en el campo, especialmente en unos Juegos Olímpicos, que no son una mera competición, sino también una expresión de la capacidad del deporte para hermanar a gente muy diferente.

Estos últimos días he visto otras competiciones en las que la actitud noble entre rivales sirvió para honrar a sus respectivos países. Ayer los jugadores y los aficionados de Marruecos dieron una imagen penosa de su país, una imagen que muchos españoles conocemos, lamentablemente, por el mal comportamiento que tienen muchos súbditos de Mohamed VI en nuestro país. Para colmo, la selección española acabó ganando el partido, y las provocaciones estúpidas de los marroquíes acabaron formando un amargo cóctel con la sensación que deja la derrota entre quienes muestran tanta falta de deportividad.

Lo de ayer fue un bochornoso espectáculo que te hace dar gracias por no haber nacido en Marruecos, un país al que no le importa dar esa pésima imagen en el exterior. Si ésos son los valores que enseñan a sus jóvenes en ese país, desde luego tienen un problema. Pero es su problema. Lo justo es que esta clase de problemas se queden en los países que los provocan. Hagan el favor de no traer esos antivalores a España, en vista de que tan poco les gusta nuestro país. Quédense en su tierra y dedíquense a exhibir su falta de educación entre ustedes.