El islamismo y la mano dura selectiva de la izquierda: el caso de Keir Starmer

Hace unos días, un joven de origen africado asesinó a tres niñas e intentó a asesinar a otros ocho niños y a dos adultos en Southport.

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Los crímenes de Southport y sus precedentes

Estos crímenes han sido la gota que ha colmado el vaso de muchos británicos, que llevan décadas soportando estoicamente una amplia ola de delitos vinculados a la inmigración masiva, especialmente a la de origen islámico, sin que haya protestas por miedo a ser señalados como "racistas" y "xenófobos". Recordemos que hace ya diez años, estalló un escándalo cuando se descubrió más de 1.500 niñas sufrieron abusos sexuales durante 16 años en Rotherham, en el norte de Inglaterra, sin que las autoridades hiciesen nada, por temor a ser tachadas de racistas, ya que los agresores eran inmigrantes musulmanes.

Aquel escándalo no fue un caso aislado. Hechos parecidos se descubrieron en Oxford en 2013 y en Rochdale en 2016, también perpetrados por violadores musulmanes. En Telford, bandas pakistaníes violaron, golpearon y vendieron a cientos de niñas sin que la Policía hiciese nada. Algunas de las niñas incluso fueron asesinadas. Unos hechos ocurridos durante 40 años (desde la década de 1980) y que fueron ignorados a pesar de los avisos de los trabajadores sociales, una vez más por el miedo de las autoridades a ser señaladas como racistas.

Intentan apagar un estallido social señalando a la 'extrema derecha'

Los crímenes de Southport han acabado prendiendo la mecha de un estallido social en el Reino Unido. En algunos casos las protestas se han vuelto violentas. Muchos políticos y medios de comunicación están señalando a la "extrema derecha", pero esta protesta ya va más allá de las ideologías. Basta con ver lo ocurrido en Belfast, la capital de Irlanda del Norte, donde católicos republicanos y protestantes unionistas se han manifestado juntos contra la inmigración masiva.

A fin de cuentas, se trata de un problema de seguridad que afecta a todos por igual, salvo a los que viven en barrios acomodados donde los efectos de la inmigración masiva no se perciben. Una situación acomodada que coincide con la de muchos políticos que critican a los que se quejan de esa inmigración masiva.

La mano dura selectiva del laborista Keir Starmer

En esta cuestión, llama la atención la falta de empatía de muchos políticos y medios hacia la gente que padece esa inseguridad, y al mismo tiempo su exceso de empatía con quienes generan esos problemas. También llama la atención la doble vara de medir ante las protestas islamistas y de extrema izquierda, por un lado, y las protestas por la inseguridad.

Un ejemplo de esa mano dura selectiva es el actual primer ministro británico. El laborista Keir Starmer publicó un suave mensaje sobre los asesinatos de las tres niñas en Southport, en el que ni siquiera pidió que todo el peso de la ley cayese sobre el autor de los hechos. Sí que ha amenazado con "todo el peso de la ley" a los que protestan, condenando lo que calificó como "matonismo de ultraderecha".

Curiosamente, Starmer no ha usado la expresión matonismo ni una sola vez contra el estallido de incidentes antisemitas en el Reino Unido, tras el ataque terrorista de Hamás contra Israel. De hecho, Starmer no ha publicado ni un solo mensaje condenando esa ola de antisemitismo en su cuenta de Twitter. Es algo especialmente chocante si tenemos en cuenta que él está casado con una mujer judía.

La pasmosa reacción de Starner tras un acto de acoso en su propio hogar

El silencio de Starmer llama la atención teniendo en cuenta que activistas propalestinos intentaron reventar un acto de Starmer en Glasgow en diciembre de 2023. Los actos de acoso no se acabaron ahí. El 9 de abril, activistas propalestinos protestaron ante la casa de Starmer, un acto de acoso que provocó que su esposa y su hijo no pudiesen regresar tras hacer unas compras por temor a los acosadores.

Tres personas fueron detenidas pero Starmer ni publicó ni una leve queja al respecto en Twitter, a pesar del acoso sufrido por su propia familia. El entonces primer ministro, el conservador Rishi Sunak, condenó ese acto de acoso, pero Starmer ni siquiera publicó un mensaje dándole las gracias. El último mensaje de Starmer ese día fue para felicitar a los musulmanes por el fin del Ramadán.

El Partido Laborista no quiere incomodar a sus votantes musulmanes

Al igual que ocurrió con ese acto de acoso, Starmer tampoco ha calificado como "matonismo" las frecuentes manifestaciones y disturbios organizados por islamistas en el Reino Unido. La razón de esa doble vara de medir es fácil de adivinar. Al igual que ocurre con otros partidos de izquierda, el Partido Laborista es la opción predilecta de muchos musulmanes que residen en ese país. Aunque la posición de Starmer respecto de Israel le ha hecho perder apoyos entre la comunidad musulmana, ésta prefiere al Partido Laborista que al Partido Conservador, cuyo apoyo a Israel siempre ha sido mucho más claro.

Los discursos oficiales y la realidad de las calles británicas

Cabe preguntarse qué pasará a partir de ahora en el Reino Unido. ¿Starmer seguirá ignorando el matonismo islamista y seguirá amenazando a los que protestan contra él? Es lo más probable. A fin de cuentas, esa la misma posición que han adoptado otros gobiernos europeos. Lo que políticos como Starmer no entienden es que así sólo agravan el problema. Hoy en día, los activistas xenófobos serían irrelevantes en el Reino Unido si este país no tuviese un grave problema de inmigración musulmana y de falta de integración.

Que haya barrios británicos guetificados por el Islam y que la Policía muestra debilidad ante las protestas islamistas es algo que muchos ciudadanos británicos perciben como hechos alarmantes e indignantes, y esa percepción no la van a cambiar las amenazas y las campañas de señalamiento de políticos y medios de comunicación. Cuando son tus hijos los amenazados por esa realidad, los discursos oficiales negando el problema importan muy poco.

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Foto: AP.