El peligroso efecto de hacer intercambios de prisioneros con Rusia y Bielorrusia

Este jueves se llevó a cabo en Turquía el mayor intercambio de prisioneros llevado a cabo desde 1989, entre un total de siete países.

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Los países protagonistas del intercambio, según Europa Press, han sido Estados Unidos, Alemania, Polonia, Eslovenia y Noruega (por un lado, todos ellos miembros de la OTAN), y Rusia y Bielorrusia, por el otro lado. Hay que señalar que no ha sido un intercambio en igualdad de condiciiones, ya que Rusia y Bielorrusia han entregado a presos políticos a cambio de personas acusadas o condenadas por espionaje, entre ellos un periodista, Pablo González, que fue detenido por Polonia y que posee doble nacionalidad rusa y española. Entre los prisioneros intercambiados está Vadim Krasikov, agente del FSB ruso y condenado a cadena perpetua por cometer un asesinato en Alemania.

En las últimas horas, la ONU, la Unión Europea y la OTAN han celebrado este intercambio. No es extraño que una organización que admite a dictaduras, como es el caso de la ONU, haga eso, pero la UE y la OTAN agrupan a países democráticos y no deberían legitimar a dictaduras como Rusia y Bielorrusia. Porque el primer efecto de un intercambio de prisioneros como éste es el de legitimar a regímenes antidemocráticos que encarcelan a personas por motivos políticos y que violan los derechos humanos, ya que les permite transmitir el mensaje de que países democráticos tenían en prisión por motivos políticos a las personas liberadas, lo cual no es cierto.

Por otra parte, el eurodiputado de Vox Hermann Tertsch ha señalado otro motivo para rechazar estos intercambios:

"No hay que ser un genio para concluir que esta práctica que facilita a Rusia, a Venezuela o a Irán la recuperación de sus espías y criminales capturados en Occidente lleva a Putin, a Maduro, a los ayatolas y a otros a capturar a cada vez más americanos y occidentales, inventarse causas contra ellos y convertirlos en rehenes como producto de nuevo canje. En el caso de Venezuela, Cuba por supuesto lo había hecho mucho antes, ha sido especialmente sangrante bajo Biden".

Desde Estados Unidos, Donald Trump también ha criticado el intercambio con unos argumentos que me parecen muy razonables:

"¿También les estamos pagando en efectivo? ¿Nos están dando dinero en efectivo (por favor, retiren esa pregunta, porque estoy seguro de que la respuesta es NO)? ¿Estamos liberando asesinos, homicidas o matones? Sólo tengo curiosidad porque nunca hacemos buenos tratos, en nada, pero especialmente en intercambios de rehenes. ¡Nuestros “negociadores” siempre son una vergüenza para nosotros! Recuperé muchos rehenes y no le di NADA al país oponente, y nunca dinero en efectivo. Hacerlo es un mal precedente para el futuro. Así es como debe ser, o esta situación empeorará cada vez más. Están extorsionando a los Estados Unidos de América".

Esta situación es la misma que se da al aceptar pagar un rescate a un grupo criminal para poner fin a un secuestro. El resultado inmediato puede ser la liberación de los rehenes (o no, ya que un grupo criminal no es una empresa que ofrezca unas garantías por el pago recibido), pero con ello se incentiva el secuestro, al convertirlo en una práctica rentable para los criminales. Por eso no se puede negociar con terroristas, ya sean organizaciones terroristas como ETA o Hamás o regímenes terroristas como el de Putin y el de Lukashenko. Este intercambio es un éxito para dos dictadores criminales y una forma de incentivar que sigan apresando injustamente a ciudadanos occidentales.

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Foto: Sputnik. Los dictadores de Rusia y Bielorrusia, Vladimir Putin y Aleksandr Lukashenko, en una reunión en San Petersburgo el 29 de enero de 2024.